La Virgen del apocalipsis
Prima la luz que siempre el soberano
destila en el presente, majestuosa
bienvenida prepara a la gloriosa;
¡oh sacro nacimiento sin profano!,
la cúspide del cielo, soempre en vano,
recibe en el invierno la espantosa
necedad del bribón que todo acosa.
Y el temple indigerible por gusano
a la Madre mantiene siempre santa:
dragón que participa de la esfera
sublunar la pureza de su planta
persigue encarnizado; mas certera
se coloca al agrigo de la cuanta
pues ella ya eligió de luz partera.
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