Entradas

Clase de matemáticas

Clase de matemáticas ¡Qué dulce es el quejido!  ¿Sará el de la consorte,  o acaso es el marido?  ¿De amor será el sonido...?  ¡que humor del mexicano!:  del gis ya su tamaño  se ve disminuido,  al fin violento macho, la hembra te ha vencido... Lo blanco bien se plasma,  él funge como tinta,  y es fértil la pizarra  seguro ya está en cinta...  ¡Oh fruto, ya te miras,  tan pronto ves el día,  en nada hay que esperar!: a ti te llaman fórmula:  la fórmula integral. ¿Qué dices dulce amada:  si falta aquel que escribe  de dónde sale el alma;  de dónde aquella chispa,  la chispa de la flama?: Si borro la pizarra  se notan los residuos,  y así cualquier curioso  bien puede reescribirlos;  ¿mas sabe de su canto,  entiende de la vida;  sabrá cual fue el mandato  que el loco matemático  le diera a la pareja?  Y así también pregunto:  ¿hay alguien que comprenda,  porqué multiplicarse,  porqué poblar la tierra? Al frente de mi grupo  tranquilo meditaba,  mas dí la media vuelta:  la clase ya

Romance

Romance Rebosante de impaciencia está la tierra...  ¡vaya tiempo!: cual corcel en la carrera te me escapas; no es cortejo, pues distingo  que el prefijo ya sin más se desvanece..., anda cielo canta y dime: ¿qué he de hacer  con esos dones que me ofrece?...  ¿Dónde estás, tú, sucesión?: cuidados bien  compones con el «pre» para el varón, y a la dama la entretienes meditando  ya en el «pos»... ¿te ha raptado «el que se ocupa»?:  amor que ora tormenta y a un tiempo ya eres calma: ¡No hay como saberme en tus entrañas! Comentario En la primera estrofa, el poeta establece un «cuasi» (he aquí un primer prefijo) paralelismo entre varón-dama y cielo-tierra. Digo «cuasi» porque entre dama y tierra, no lográ discernir la diferencia; es decir: para él, la feminidad de su amada va más allá del elemento puramente humano; en tanto que él, cundo dice: anda cielo canta y dime ..., muestra que no ha logrado trascender dicho elemento, pues aunque el prefijo ya sin más se desvanece... , todavía no

Soneto de la dama

El soneto de la dama    La majestad florece en lo sereno...  ¡oh manantial de agua cristalina  −perfección de la gracia femenina−,  que insondable es el fondo de tu seno!;   ¿es que acaso resguardas la doctrina  que en la esencia de sí misma, ajeno  siempre deja al curioso y vil veneno  que imprudente proclama toda ruina?   Muestras la flor del fruto de tu esencia,  y entre más da, más crece su riqueza:  ¡que incansable es el cáliz de tu ciencia...!  ¡dime Diosa!, ¿me gozo en su certeza,  o acaso gozo aquella trascendencia  que en sí misma sugiere tal belleza?   Comentario Estos catorce versos pueden reducirse a solamente uno, a saber, el verso tercero de la primera estrofa: −perfección de la gracia femenina− ; este verso es el más grande en lo que al significado se refiere. En segundo lugar tenemos el segundo verso de la misma estrofa: ¡Oh manantial de agua cristalina! El orden en que aparecen pone de manifiesto el espíritu del poema: haz de i